Vivir en las hermosas y frondosas selvas de Borneo y Sumatra no es sinónimo de total paz y tranquilidad para los orangutanes. Ellos se enfrentan a animales salvajes muy peligrosos que pueden acabar con ellos en cuestión de segundos. A pesar de que son simios grandes con una fuerza considerable, no siempre logran esquivar a sus hambrientos depredadores naturales expertos en cazar.

Las serpientes son una amenaza para casi cualquier especie en el mundo, ya que su población está presente en muchos rincones de la tierra, exceptuando la Antártida y gran parte del Ártico. Las selvas de Sumatra y Borneo alojan diferentes géneros de serpientes, las cuales, algunas de ellas utilizan métodos de defensa a base de la inyección de veneno. Instintivamente los orangutanes adultos huyen al ver una serpiente y evitan cualquier contacto con ellas, pero las crías son muy curiosas y su falta de experiencia y aprendizaje puede desenlazar consecuencias fatales.

Alejarse de las serpientes es una costumbre aprendida que van adquiriendo con el paso de los años.

Las madres deben estar al cuidado de los infantes ya que en cualquier descuido estos pueden acercarse a los temibles reptiles a tal grado de recibir fuertes mordeduras o coberturas asfixiantes en el caso de las especies constrictoras. Alejarse de serpientes es una costumbre aprendida que van adquiriendo con el paso de los años.

Las pantera nebulosa de Borneo (Neofelis diardi) es un felino de Asia que posee dientes caninos de 5 cm de longitud y es muy sigiloso durante las noches; su discreción y agilidad para trepar árboles pocas veces puede ser detectado por los orangutanes que al momento de reaccionar ya es demasiado tarde.

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Existe otro tipo de felino que representa al depredador más peligroso de estos simios. Se trata del tigre de Sumatra (Panthera tigris sumatrae). Desafortunadamente se encuentra en peligro crítico de extinción y no abunda ya en su hábitat natural, pero los que sobreviven representan serias amenazas para muchos animales que forman parte del mismo territorio, y los orangutanes de Sumatra son uno de ellos.

Los tigres de Sumatra son relativamente pequeños en comparación con otros tipos de tigres, pero eso no minimiza su fuerza ni su instinto depredador. Sus 140 kilos y 2.30 metros de longitud (en ejemplares más grandes), más sus fuertes garras, peligrosos colmillos y habilidad para trepar, son suficientes para acorralar a orangutanes pequeños o de tamaño mediano.

La defensa de los grandes simios es la de escapar colgándose de los árboles con mucha rapidez para quedar fuera del alcance de los felinos, que por su peso y su falta de extremidades para sujetarse, no muestran tanta destreza como en tierra firme.

Las crías son las más vulnerables a ser atacadas tanto en el suelo como a lo alto de los árboles. El jabalí barbudo (Sus barbatus), la serpiente pitón que mata por medio de la constricción (familia Pythonidae), el águila milana (Ictinaetus malayensis) y algunas especies de cocodrilo como el siamés (Crocodylus siamensis) o de agua salada (Crocodylus porosus) ven a los pequeños orangutanes como presa fácil. Algunos jóvenes o adultos descuidados también suelen ser víctimas.

Debido a que los orangutanes no poseen la fuerza física para poder enfrentarse a un tigre ni tampoco pueden competir contra los colmillos y garras de una pantera nebulosa de Borneo, los científicos han observado que emplean sorprendentes técnicas para alejar a sus oponentes.

Los científicos han descubierto que los orangutanes realizan sonidos distintos para confundir a su depredador.

Cuando los orangutanes se alteran con la presencia de alguien extraño, los sonidos que emiten pueden dar señales de debilidad a los enemigos, ya que son continuos, agudos y escandalosos, señal de desesperación. Pero los investigadores han visto que algunos ejemplares toman hojas de árboles y se las colocan en la boca para que sus sonidos se escuchen diferente. Las frecuencias de esas vocalizaciones son más fuertes y pausadas, por lo que el intruso carnívoro intuye que se trata de un animal muy grande que probablemente no podrá vencer fácilmente. Afirman que esto no es parte de su instinto natural, sino que los orangutanes aprendieron con base a su experiencia a encontrar formas de esquivar a los compañeros hostiles.

Tal forma de engaño es igualmente efectiva cuando fuertes lluvias caen en la región, pues la falta de visibilidad impide que los animales cazadores identifiquen al emisor del sonido, logrando confundirlo y obligándolo a que se aleje en busca de otras presas.

A pesar de tener varios peligros naturales, la depredación que viven los orangutanes es considerada parte de la naturaleza y la cadena alimenticia es un ciclo inevitable y necesario para el equilibrio ecológico; sin embargo, el hombre ha sido el único criminal  que ha acabado con la vida de más orangutanes que cualquier otro felino, serpiente o cocodrilo.

Depredadores del Orangután
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